Aunque no te creas, no siempre he estado en este viaje de bienestar emocional, físico, mental y espiritual. En el caos del día a día, donde el tiempo se escapa como agua entre los dedos y las expectativas nos arrastran, hubo un momento que lo cambió todo. De repente, el reloj dejó de ser cretino y me regaló un respiro. Fue como si el universo me concediera un momento de tregua para reflexionar. Y en ese breve paréntesis, surgieron emociones a mil por hora: culpa, estrés, agobio, ansiedad y también miedo y soledad. Fue en ese lío donde encontré la chispa para transformar mi vida y desenterrar la autenticidad que buscaba a gritos y que, sin saberlo, siempre había estado en mí. También surgieron emociones como la determinación, la perseverancia y una fuerza interior que me empujaron a dar el 110% de mí misma para perseguir lo que realmente quería.

Mi vida era un constante malabarismo entre las expectativas externas y mis propias necesidades. Me sentía atrapada como el hámster lo está en su rueda que no tiene fin, estresada, vacía de propósito y agotada. Aunque sonreía por fuera, por dentro me sentía triste y con falta de ánimo. Creía que esa era mi realidad, resignada a un destino sin cambios.

Aunque objetivamente cumplía con todos los "checks" sociales, para mí no era suficiente. Mi trabajo era un manojo estresante de urgencias. Todo era tan urgente que la palabra “urgente” dejó de tener significado. Hacía eventos y, a poco que conozcas el gremio, sabes que es de esos trabajos en el que estás yendo y viniendo, sin horarios, con prisas, muchas prisas, comiendo en tu mesa o de camino a algún sitio, con cambios urgentes (🤪) de última hora, estropicios de última hora, soluciones de última hora. Quedándome hasta que no podía más para avanzar todo lo que podía porque al día siguiente iba a ser, con suerte, igual si no peor.

En uno de esos eventos, al que no tenía pensado ir porque lo cubría otra persona de mi equipo, el destino quiso que conociera al que hoy es mi marido💓 😊. Él creyó en mí desde el principio, me dio el apoyo y confianza que necesitaba para que yo tuviera ese espacio para detenerme, pensar y reflexionar. Porque rara vez lo hacemos de forma profunda, sin distracciones y escuchándonos de verdad.

Este espacio fue el catalizador que necesitaba para replantearme mi vida.

Aprendí que el verdadero poder radica en tener a alguien que crea en ti cuando tú tienes tus puntos de fuga. Todos nos sentimos vulnerables e inseguros en algún momento y yo no soy una excepción.

La decisión crucial fue apostar por una vida en común, por el amor (qué cursi suena … 🤪), por acompañar a esta persona que sin más había creído en mí y abrazar mi verdadera pasión: ayudar a otros a encontrar su camino hacia la felicidad y el bienestar como yo había encontrado el mío. Tuve uno de esos “Ahá moments” (uno de esos momentos de euforia controlada - a veces, no tan controlada 🙃- que sentimos cuando nos damos cuenta de que por fin hemos entendido algo en toda su complejidad, como si de repente todos los secretos del universo se nos revelaran de golpe y, además, los entendiéramos 😊).

Mi vida experimentó una transformación profunda, y no fue fácil. No solo cambié de trabajo, sino que también ajusté mi estilo de vida, nutrición, formas de socializar, prioridades, gestión del estrés, hábitos del sueño...

Ahora veo la vida de una manera más holística, como un todo interconectado. Ahora, vivo la vida que siempre quise vivir. Vivo mi sueño, en un lugar maravilloso, que me llena el espíritu y el alma. Soy dueña de mi agenda, tengo mis no negociables muy claros (aquellas “cositas” que no sacrifico por nada del mundo), me siento realizada, tengo tiempo, estoy tranquila, me siento en paz. Hoy mi vida refleja mi compromiso con la autenticidad y la salud integral.

Me siento en armonía con mis valores, lo que se refleja no solo en mi trabajo como health coach, sino en cada faceta de mi existencia.

Experimento una profunda satisfacción al saber que mi viaje inspira a otros a buscar su propia autenticidad y bienestar.

En mi profesión encuentro pasión, libertad, propósito y realización. Cada día es una oportunidad para inspirar y ser inspirada, tejiendo historias de bienestar y autenticidad en cada rincón del mundo.

Ahora, como health coach, tengo contacto con mujeres de todo el mundo que en “mi vida anterior” no hubiera conocido. Desde Uzbekistán hasta Japón, pasando por México, Venezuela, Corea, Taiwán, Camerún… A pesar de las diferencias culturales, el deseo de una vida feliz, saludable y significativa nos une por encima de todo.

Creo profundamente que todos tenemos la capacidad inherente para vivir la vida que soñamos. La acción es la clave, pasar del "no puedo" al "voy a hacerlo".